Todavía recuerdo el momento exacto en que conocí a Elena y Matthew: estabamos en nuestro primer Jaén de Boda y vi a una pareja acercarse a nuestro stand. Cuando los miré me dije: Beatriz, esta pareja es de las tuyas, acércate a hablar con ellos. Estaba cagada de miedo, en serio. Siempre me ha dado vergüenza abordar a desconocidos.
Pero allá que me fui a soltarles mi rollo. Y, en ese momento Matthew me dijo: pero es que nosotros no queremos fotos en las casas, vamos a hacer dos ceremonias en dos días distintos, no queremos álbum y nuestra boda va a ser muy divertida. ¿Qué nos ofreces?
Se me cayó el discurso. Y entonces les hablé con el corazón de lo que nos gusta hacer en nuestra fotografía de boda, de lo importante que es centrarse en las emociones y lo que pasa en cada momento. Y nos eligieron.
BODA RELIGIOSA EN LA IGLESIA DE CRISTO REY, JÁEN
Elena y Matthew se casaron un sábado de junio al medio día en una pequeña capilla de la Iglesia de Cristo Rey en Jaén: solo ellos y su familia más cercana. Creo que, entre todos, no sumábamos ni 15 personas (y eso contándonos a nosotras y al cura).
Fue una preciosa ceremonia religiosa que duró apenas media hora y en la que hubo momentos muy divertidos, como cuando el sacerdote se puso a leer en inglés, aunque no tenía ni idea.


















Ceremonia civil y celebración en La Cueva de los Majuelos de Pegalajar
El sábado siguiente nos desplazamos a casa de Elena, porque quería hacerse unas fotografías con su familia y sus damas de honor en el coche que había elegido para su desplazamiento al lugar de la ceremonia. La verdad es que su boda no tenía nada de típica, estaban haciendo realmente los que les salía del corazón.
Y de ahí, nos fuimos a uno de los lugares más mágicos en los que hemos estado para realizar un reportaje de boda: La Cueva del Majuelo en Pegalajar, un lugar con un entorno precioso y un interior que quita el aliento, aunque es todo un reto hacer fotografías en él porque hay muy poca luz.
La ceremonia fue maravillosa, llena de preciosas palabras, de risas y de llantos. Pero es que la copa de espera, el banquete y el baile estuvieron llenos de momentazos, de esos que hacen que se te dibuje una sonrisa en la boca cuando recuerdas el día.




























































