Siempre he sido una niña soñadora y creativa.
De pequeña, me gustaba inventar cuentos e historias y jugaba con mi hermano a ser la protagonista de mis propios sueños. Incluso llegué a escribir con muy poquitos años mi primera obra de teatro, donde embarqué a todos mis amigos para representarla en nuestro cuarto de juegos. Años que recuerdo muy felices y llenos de imaginación.
No tardé demasiado tiempo en tener mi primer contacto con el mundo de la fotografía. Con tan sólo 8 años me regalaron mi primera cámara de fotos, con la que aprendí a ver el mundo desde otra perspectiva. Ya en el instituto aprendí a revelar mis primeras fotos, cuando todavía no existía la era digital, y era algo que me apasionaba. Luego llegó la universidad y todo cambió: los estudios, los amigos, vivir en otra ciudad… realmente me desvinculé de la fotografía.
Al acabar la carrera de Traducción e Interpretación, me lié la manta a la cabeza y me fui a vivir a Londres. Esta experiencia me volvió a conectar con mi particular forma de ver la vida. Durante este tiempo, me di cuenta de cuánto me gustaba realmente esta profesión. Cuando regresé a España empecé a formarme hasta convertirme en fotógrafa profesional. Buen gusto, estilo y sensibilidad, son los estandartes de mis fotografías.
Estudié, entre muchas otras cosas, Iluminación de Fotografía y Cine en Filmosofía y más tarde me matriculé en el Grado Superior de Imagen, dónde conocí a la que es mi otra mitad en este proyecto vital, Chari Fernández.